Mi agradecimiento, de corazón, a todas esas voces que, a lo largo de mi vida, desde diferentes lugares, y con diferentes palabras, me han venido mostrando, enseñando, y/o recordando, que LO IMPORTANTE -incluso lo único realmente importante- ES EL AMOR.
El primer mensaje me llegó durante la infancia, en forma de mandato, o mandamiento: “amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo” ... más tarde, durante mi adolescencia, transformado en el tantas veces escuchado “ama y haz lo que quieras", de San Agustín –bastantes más liberador para mi-.
Luego vino el impactante descubrimiento de dos grandes místicos españoles: Teresa de Jesús ...
"Ya toda me entregué y diy de tal suerte he trocado Que mi Amado es para mi Y yo soy para mi amado".
"Alma, buscarte has en Mi,
y a Mi buscarme has en ti".
y Juan de la Cruz ...
"¿A dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
Salí tras ti clamando , y eras ido.
Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras".
"Vivo sin vivir en mi,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero"
(aún conservo, leídas, releídas, y cuidadamente subrayadas, las Obras Completas de ambos, compradas aquél lejanísimo verano de 1974, poco antes de cumplir los 20 años).
CONTINUARÁ . . .